viernes, 24 de octubre de 2008

EDUCAR PARA SER: ¿UN PROYECTO UTÓPICO? -1

El artículo que sigue fué escrito por sus autores para un número de la revista de la Asociación española de terapia Gestalt. No llegó a ver la luz en su día, y hoy, con el ermiso de sus autores, lo voy a ir subiendo aquí.

Noticias por confirmar me aseguran que, al día de hoy, están gestionando un centro en Andalucía que recoge las propuestas que se reflejan en estos artículos.


EDUCAR PARA SER, ¿UN PROYECTO UTÓPICO? (1)
por Emilio Asuero Ortiz y Maribel Vidaller Ferró.
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Un grupo de maestras y maestros, funcionarios de la Junta de Andalucía, que hemos realizado juntos la formación de SAT para educadores, dirigido por la escuela de Claudio Naranjo, soñamos con la posibilidad de reunirnos en un centro educativo, formando un equipo dispuesto a llevar a cabo una experiencia piloto sobre educación integral del ser.

Como paso previo a solicitar a la administración dicha posibilidad, estamos creando juntos, las bases y estructura de cómo sería ese proyecto de centro. Aquí exponemos algunas de las finalidades y características de cómo lo entendemos.

Pensamos que una escuela se construye con las personas que la componen. Esta puede parecer una idea muy simple, pero si se piensa bien no podría ser de otra manera. Puede ser que se intente justificar a partir de una razón histórica, política, religiosa o económica. Puede que estas razones tengan su lugar para poder explicar por qué se pone en marcha una escuela, pero lo único que sigue siendo cierto en todas ellas son las personas que la desarrollarán y a quienes va dirigida.

A pesar de todos los determinantes circunstanciales que pueden surgir, las personas se quedan frente a frente, y entre ellas tienen que entenderse.

Si realmente se quiere una educación liberadora, hay que contemplar a la persona, al ser concreto que será el protagonista. No se puede llegar y soltar libros de texto, contenidos, planes de estudio, etc. sin más, y de igual manera que se haría en otro sitio.
Por eso cada escuela es irrepetible y única, porque no hay otra igual, porque esas personas que la componen solo están ahí. Por eso una escuela no es una fabrica, un lugar donde ocurre de forma repetida lo mismo que ocurre en todas las escuelas.




El recinto al que se llama colegio es un lugar de ENCUENTROS



(o desencuentros) de padres/madres, niños/niñas, maestros/maestras, limpiadores, asesoras, etc.

En definitiva personas que cada día se acercan para ver qué hacen juntos en ese día irrepetible de sus vidas.




Dicho de otra forma, creemos que el hecho educativo es un acto de comunicación donde la capacidad de escucha de las personas, pero sobre todo del educador juega un papel primordial.



La capacidad de escuchar a los demás comienza por aprender a escucharse a uno mismo, y tomar conciencia de lo que se siente, piensa y hace en cada momento.

Hemos descubierto que la mayor parte de las interacciones con nuestros iguales o con nuestros alumnos, son diálogos de sordos donde los conflictos se resuelven siguiendo patrones aprendidos desde la primera infancia, que no se corresponden con las intenciones o deseos de un adulto.

La formación que recibimos y que nos habilitó como educadores, nunca puso atención en analizar nuestras actitudes, en la importancia del mundo emocional o en desarrollar nuestra capacidad de escucha.

Demasiado atentos a la programación del currículo oficial, se ha olvidado que lo fundamental del acto educativo se transmite inconscientemente, a través de actitudes automáticas del educador que desmienten sus buenas palabras e intenciones.


Reconocernos en esta situación nos explica muchos de los conflictos y dificultades del día a día de la escuela. Sin embargo el diario es muy difícil si en el centro donde trabajamos no encontramos compañeros/as con los que compartir este análisis, con los que compartir errores y dificultades, sin que ello suponga un menoscabo de autoestima, sino todo lo contrario una estupenda posibilidad de comprender al otro desde la generosidad que da el autoconocimiento de las propias carencias.



Queremos plantear un proyecto de coherencia educativa que respete, permita y acompañe el desarrollo de todas las potencialidades que como seres humanos tenemos, creando las condiciones óptimas para que el proceso de crecimiento integral avance.

Tomamos el concepto de educar resaltando el sentido de proceso, de sacar de dentro, desarrollar lo que en esencia existe. Esta perspectiva presupone que el motor y la iniciativa están en el niñ@, y el educador como adulto acompaña, educándose también a sí mismo. El educador educando pretende desarrollar su propio ser, estar en contacto con su centro, presente en cada instante.

Como creemos que solo se puede transmitir lo que cada uno vive y todos somos seres en proceso, ser educadores implica un compromiso con el propio proceso de crecimiento. Y este compromiso es lo que fundamentalmente nos une como equipo.
Pretendemos ser un equipo cohesionado, que acepta el reto de buscar una dinámica nueva, enriquecedora, donde las dificultades se acojan como oportunidades y vías de aprendizaje personal, y que se plantee como gran eje central de su quehacer el EDUCAR PARA SER. Este es nuestro reto.




El equipo de profesores y profesoras que proponemos este proyecto, surge de una formación continua llevada a cabo por la Delegación Provincial de Educación a través del CEP de Sevilla titulada: SAT para educadores; autoconocimiento y relaciones interpersonales; convivencia escolar y resolución de conflictos.


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