miércoles, 18 de mayo de 2011

una opinión, vertida en New York, el 1° de Marzo de 1924

 
Pregunta:
 he escuchado decir que hy un modo de educar a los niños a través de la sugestión durante el sueño. ¿Es esto de algún provecho?

Respuesta:
No. Piense: esta clase de sugestión no es mejor que un envenenamiento gradual, la destrucción del último vestigio de la voluntad.

La educación es una cosa muy complicada.
Debe ser multifacética. Por ejemplo, es erróneo dar a los niños sólo ejercicios físicos.

Generalmente la educación se reduce a la formación de la mente. Al niño se le hace aprender poemas de memoria como a un loro,
sin que comprenda nada, y los padres se alegran si él lo puede hacer.
 En el colegio aprende las cosas no menos mecánicamente y después de llegar a graduarse con honores, él, sin embargo, no comprende ni siente nada.

 En el desarrollo de su mente es tan adulto como un hombre de cuarenta años, pero en su esencia permanece un niño de diez.
En su mente no teme a nada, pero en su esencia tiene miedo.
Su moral es puramente automática, exclusivamente externa.

Exactamente como aprende poesía de memoria, en la  misma forma aprende la moral.
Pero la esencia del niño, su vida interior, está abandonada a sí misma, sin ninguna guía.

 Si un hombre es sincero consigo mismo, tiene que admitir que ni los niños ni los adultos tienen moral alguna.

Nuestra moral es totalmente teórica y automática,
porque, si somos sinceros, podemos ver lo malo que somos.

La educación no es sino una máscara, que no tiene nada que ver con la naturaleza.
 La gente piensa que una crianza es mejor que otra, pero de hecho todas son iguales.
Toda la gente es igual; sin embargo, cada uno está listo para ver la paja en el ojo ajeno.
Todos estamos ciegos a nuestras peores faltas.
 Si un hombre es sincero consigo mismo, se pone en el lugar del otro y sabe que él mismo no es mejor.

Si usted quiere ser mejor, trate de ayudar a otro.

Pero tal como la gente es ahora, se obstruyen el uno al otro y se desprecian.
Además, un hombre no puede ayudar a otro, no puede elevar
a otro porque ni siquiera puede ayudarse
 a sí mismo.

Ante todo uno tiene que pensar en sí mismo, tiene que tratar de levantarse a sí mismo.
Debe ser egoísta.
 El egoísmo es la primera estación en el camino hacia el altruismo, hacia el cristianismo.
Pero debe ser un egoísmo para un buen propósito;
y esto es muy difícil.

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