domingo, 14 de febrero de 2010

Ecos del debate 1

El debate permanente es: Hacer congruentes las herramientas que despliega Claudio Naranjo con las necesidades del sistema educativo: Cómo no y cómo sí.

Neus Baches envía esta aportación al debate:
¡gracias, Neus!

Saludos a todos!!
Como educadora me ha gustado mucho leer la distintas entradas en relación a la carta inicial de Francesc y me he decidido a exponer mi opinión.

Pienso que desde luego el sistema educativo y las instituciones que le amparan no sólo son retrógradas sino que lo son de una manera insultantemente clara porque todavía se funciona con la mentalidad con la que fue creada: que era, en el mejor de los casos, formar futuros trabajadores para la incipiente revolución industrial. No hace falta exponer otra vez todas la teorías y sistemas pedagógicos más o menos interesantes y útiles que existen, está todo inventado!

Pero: ¿qué pasa? Que la idea de base sigue siendo la misma: se va a la escuela para que al salir te puedas "ADAPTAR" a la sociedad. Cualquier innovación pedagógica, nuevas tecnologías, educación emocional, pedagogía sistémica....etc, siguen estando al servicio de una idea y de una institución retrógrada.

Yo pienso que hace falta una revolución, hablar claro y dejar de pasar la responsabilidad de mejorar el sistema
a cualquiera menos a los educadores. Desde luego no somos los únicos responsables pero sí los primeros que deberíamos levantarnos contra lo que estamos haciendo
en las aulas: ésto sí es responsabilidad nuestra. Las revoluciones empiezan desde abajo, hay que empezarlas
en cada aula y pensando en cada alumno que tenemos. Decidir si estamos educando para que se adapten a la sociedad o para que la CAMBIEN!!

Como yo ya me he decidido por lo segundo desde hace bastantes años me encanta que desde la Fundación haya el intento de transmitir la idea de cambiar el mundo a través de la educación. El programa SAT consigue que se amplíe tu visión del mundo, que se contacte con el Amor y con el perdón (empezando por uno mismo). Te permite situarte en un lugar de privilegio donde el valor a las pequeñas cosas y a los pequeños cambios se convierten en una revolución.

¿Por qué es tan difícil?
Me atrevo a compartir un análisis de los motivos por los cuales al profesorado nos cuesta tanto hacer cambios.
Claudio Naranjo ha afirmado varias veces las resistencias que él ha visto en nuestro colectivo.
Mi punto de vista es desde el trabajo diario en el instituto y desde el papel de formadora en distintos centros.

Hay muchos profesores que tienen conflictos en el aula, con los alumnos, con su currículum, con los compañeros, con las familias, con el equipo directivo, con.....
Me centro en los problemas que se tienen con los alumnos: el aula: “mi aula” es un lugar donde no entra nadie, donde parece que “la libertad de cátedra” signifique que nadie tiene derecho a interferir lo que “yo” hago en “mi aula” o en “mi hora de clase”.

Los profesores tienen conflictos pero no tienen suficiente consciencia de la parte de responsabilidad que tienen respecto a esos conflictos, solemos acusar al sistema, a los alumnos,
al equipo directivo o a las familias de lo que nos está pasando en el aula pero nos olvidamos de nuestro modo de hacer clase, de cómo miramos a los alumnos, de cómo les hablamos y de todo
lo que les exigimos. El programa SAT (y seguramente otras formaciones) nos da la oportunidad de descubrir con humildad nuestras formas de actuar y de relacionarnos con nuestros alumnos
y nos ayuda a descubrir la importancia de COMPARTIR lo que nos pasa en el aula para ir aprendiendo de manera constante de y con nuestros propios compañeros.

La revolución empieza igual que los cambios que se producen en nosotros mismos: hay cambios profundos y definitivos pero lentos…los cambios rápidos no suelen ser tan profundos, son los cambios asociados a las recetas, (que en algunos momentos son muy útiles!!) o a ir poniendo parches a las situaciones conflictivas.

En algún momento nos daremos cuenta que la revolución es imparable aunque lenta. El programa SAT también nos da otra dosis de humildad para ver que no todo a nuestro alrededor depende de nosotros (no podemos cambiar a las familias de nuestros alumnos pero podemos aprender a mirarlas desde otro lugar y apoyarlas con la educación de sus hijos) y desde nuestro trabajo personal, desde nuestra aula desde nuestra pequeña parcela empezar la revolución día a día, clase a clase.

Desde estas líneas una demanda a la Fundación: buscar la manera de extender espacios para poder compartir nuestras experiencias como educadores y aprender en equipo. La tarea es difícil ya que como he dicho antes me parece que el profesorado no tiene necesidad de compartir lo que le pasa pero como se hace en el mundo del marketing se podría ir creando la necesidad: ofreciendo espacios en distintos centros o distintas ciudades (actualmente funciona uno en Barcelona) para charlar y compartir.

Un abrazo.

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