lunes, 26 de enero de 2009

soliloquio II

El eneagrama : La herramienta:

En un diagrama geométrico aparecen representados y relacionados entre sí nueve caracteres humanos. Un curso de eneagrama se entronca en la presentación de estos nueve estilos y el intento de los participantes en identificar cual de ellos es el que mejor le dibuja.

Un estilo de ser, un “carácter”, como se llama en psicología, es algo sumamente complejo, y se puede representar subrayando uno u otro de sus componentes principales. El estilo del trabajo del eneagrama es resaltar su aspecto emocional más deteriorado. Habla de “pasiones”, sentimientos que se hacen crónicos y con los que uno se acaba identificando. Habla de olvido de sí, superficialidad y duda, y los llama pereza, vanidad y cobardía. De ira y perfeccionismo, de orgullo y sobrevaloración, de envidia y mala autoimagen, de avaricia y frialdad, de gula y fraude, y de lujuria y sobreexcitación. Así que los asistentes tratarán de reconocer entre ellos su pasión principal.

Pero el objetivo de este trabajo no consiste en acertar ese interrogante. Para poder contestar, es necesario antes observarse, es decir, aprender a conocerse. Porque son tan nuestras nuestras pasiones que no es raro que ni podamos verlas, que sólo los demás las vean, así como vemos nosotros las obcecaciones, las repeticiones previsibles, los puntos ciegos de quienes nos rodean. Aprender a conocerse implica aprender a mirarnos y aprender a escuchar a los otros.

Y, ¿cómo sabe uno que se está acercando a una identificación atinada? Porque la respuesta es emocional. Reconocernos, en lo favorable y en lo desfavorable, caer verdaderamente en la cuenta de que uno se ha comportado correctamente o de que uno ha actuado mal es siempre una experiencia emocional. ¿o no?.

Y así, poco a poco, con recorrido suficiente como para seguir con ello tanto como uno quiera,
un curso sobre las emociones se transforma en un curso emocional.

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