lunes, 22 de octubre de 2007

mirar a los otros, mirarnos a nosotros...

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...rastreando en la web textos acerca de educación, doy con uno titulado "El papel destructivo de la educación contemporánea", cuya dirección dejo aquí

http://www.liberalismo.org/articulo/293/29/51/

y leo bajo ese título que podría bien encabezar una intervención de cualquiera de nosotros. Lo que me encuentro me pilla del todo desprevenido.
Algunos extractos:
[4] De acuerdo con W.T. Jones, un prestigioso historiador de filosofía:
"Para la mente romántica, las distinciones que hace la razón son artificiales, impuestas y hechas por el hombre; dividen, y al dividir, destruyen la integridad viviente de la realidad—“Matamos para diseccionar”. Entonces ¿cómo vamos a mantenernos en contacto con la realidad? Desnudándonos, hasta donde podamos de todo el aparato de aprendizaje y escolaridad y siendo como niños o personas simples y sin educación; atendiendo a la naturaleza en lugar de a las obras del hombre; siendo pasivos y dejando que la naturaleza actúe sobre nosotros; mediante la contemplación y la comunión, en lugar de mediante el raciocinio y el método científico.
"

[5]
Los románticos afirmaban que “estamos más cerca de la verdad acerca del universo cuando soñamos que cuando estamos despiertos” y “más cerca de ella como niños que como adultos”.[6] La implicación evidente de la filosofía del Romanticismo es que la parte valiosa de nuestra vida mental no tiene una relación esencial con nuestra habilidad para razonar y con el uso deliberado y controlado de nuestra mente consciente: supuestamente está en nuestros sueños y nuestra infancia".

En lo esencial, la filosofía del Romanticismo es el principio que guía la educación contemporánea. Exactamente igual que en el Romanticismo, la educación contemporánea sostiene que la parte valiosa de nuestra vida mental no tiene una conexión esencial con nuestra capacidad de razonar y con el uso controlado y deliberado de nuestra mente consciente—que poseemos esa parte de nuestra vida mental si no en nuestro sueño, sí al menos en nuestra infancia. Esta doctrina se encuentra claramente presente en la convicción declarada de la educación contemporánea de que la creatividad es un fenómeno separado e independiente de procesos mentales conscientes, como la memorización o el uso de la lógica. De hecho una proposición casi universalmente aceptada de la pseudociencia actual es que una mitad del cerebro humano es responsable de procesos conscientes, como el uso de la lógica, mientras que la otra mitad es responsable de la “creatividad”, como si, al examinarlas, las dos mitades del cerebro revelaran esta información por sí mismas,"quizás en la forma de llevar pequeñas etiquetas marcadas respectivamente “Unida Lógica, Made in Hong Kong” y “Unidad Creativa, Made in Woodstock, New York”. Naturalmente, una visión del cerebro funcionando así es una conclusión, que se basa en la filosofía, y por tanto en el marco interpretativo, de los partidarios de esa doctrina".




Más.


"En realidad, la educación es un proceso por el cual los estudiantes internalizan el conocimiento: lo absorben mentalmente a través de la observación y la prueba y la aplicación repetida. Memorización, deducción y resolución de problemas deben aparecer constantemente. La finalidad es desarrollar la mente del estudiante—para proveerle de un almacén de conocimiento disponible instantáneamente y así incrementar su poderoso aparato mental que será capaz de utilizar y posteriormente ampliar a lo largo de su vida. Visto de una perspectiva fisiológica, puede ser que lo que el proceso de educación requiera del estudiante a través de sus ejercicios sea una impronta real en su cerebro.
Sin embargo, bajo la influencia de la filosofía romántica, la educación contemporánea es fundamentalmente opuesta a estas premisas de la educación. Establece una distinción entre “resolver problemas”, lo que se ve como “creativo” y afirma estar a favor, y la “memorización”, que parece considerar una imposición a los estudiantes, cuyo valioso tiempo ejecutivo, afirma, puede emplearse mejor en “resolver problemas”. Así la educación contemporánea actúa asumiendo que la habilidad para resolver problemas es innata o al menos se encuentra plenamente desarrollada antes de que los niños vayan a la escuela. Concibe su trabajo como posibilitar que los estudiantes ejerciten sus habilidades naturales para resolver problemas, imponiéndoles en la medida mínima las tareas supuestamente innecesarias y enajenadoras de la memorización.
En la educación primaria, esta actitud se muestra en posturas como que en realidad no es necesario que los estudiantes se preocupen por memorizar la tabla de multiplicar si se puede garantizar la existencia de calculadoras que sepan manejar; o por memorizar hechos de la historia o geografía, si se puede garantizar la disponibilidad inmediata de libros y atlas que contengan los datos, datos que los estudiantes sabrán cómo encontrar cuando sea necesario. En el bachillerato y la universidad, esta actitud se expresa en el fenómeno del “examen a libro abierto” en el que un rendimiento apropiado supuestamente se demuestra a través de la habilidad de usar un libro como fuente de información, probando así que el estudiante sabe cómo encontrar la información cuando la necesita.
Sin exagerar, toda la educación contemporánea puede describirse como un proceso de estorbar la mente del estudiante con el menor conocimiento posible. El lugar del conocimiento, parece creer, son las fuentes externas—libros y bibliotecas—que los estudiantes saben cómo utilizar cuando sea necesario. El trabajo de los docentes, según creen, no es enseñar conocimientos a los estudiantes, sino “cómo adquirir conocimientos”—no enseñarles hechos y principios, que sostienen que en seguida quedan “obsoletos”, sino enseñarles “cómo aprender”. El trabajo de los proponentes, según declaran abiertamente, no es enseñar geografía, historia, matemáticas, ciencias o cualquier otra materia, incluyendo leer y escribir, sino enseñar a “Johnny”—enseñar a Johnny cómo supuestamente puede arreglárselas para aprender los hechos y principios que se declara que no son suficientemente importantes como para enseñarlos y a los cuales, por tanto, no dan incentivo alguno para aprenderlos y no ofrecen a los estudiantes medio alguno de aprendizaje.Las consecuencias de este tipo de educación resultan visibles en hordas de estudiantes que, a pesar de sus años de escolaridad, virtualmente no han aprendido nada, y que en modo alguno pueden ser capaces de pensar críticamente y resolver problemas."

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Esos estudiantes, esos adultos, son objetivos fáciles para una doctrina como el “ecologismo”. No están en absoluto preparados intelectualmente para resistir cualquier tendencia irracional y están más que deseosos de subirse al carro de alguien que atienda sus incertidumbres y temores. El ecologismo lo hace echando la culpa de las preocupaciones de la vida a la existencia de una sociedad industrial y ofreciendo la perspectiva de una existencia intelectualmente no exigente y por tanto aparentemente bucólica y tranquila, que supuestamente está “en armonía con la naturaleza”.
La labor destructiva de la educación contemporánea llevada a cabo contra el desarrollo de las habilidades conceptuales de los estudiantes en la enseñanza primaria se complementa, a medida que la educación pasa a posteriores niveles, mediante la enseñanza de una colección completa de doctrinas irracionalistas, que constituyen la esencia filosófica de los estudios de letras contemporáneos.
Entre ellas, junto con el escepticismo irracional y la inclusión reciente del ecologismo, se encuentra el colectivismo en diversas formas: marxismo, racismo, nacionalismo y feminismo, y el relativismo cultural, determinismo, positivismo lógico, existencialismo, análisis lingüístico, conductismo, doctrina freudiana y keynesianismo."


Acojo en nuestro Blog este texto como ejemplo,
como ejemplo de lo fácil que es caer
en posturas dogmáticas -qué más da de qué signo-
creyendonos que estamos razonando
y ofreciendo iniciativas.
De lo fácil que es apoyarse en autoridades
para mejor apuntalar ideologías;
de lo fácil que es utilizar las armas irónicas
sin despertar ni el humor ni el discernimiento


No me cuesta demasiado esfuerzo
imaginar una página nuestra equivalente
y que coseche el mismo pobre resultado:
la adhesión de los ya adheridos
y el estupor y el rechazo de los demás.

Procurar evitar tales tentaciones,
en las que tantos caen - y caemos-
¿no es acaso un desafío digno de ser aceptado?

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