miércoles, 21 de abril de 2010

Comentario al artículo del "Burocratés" 1

Apreciado Claudio

Quiero aprovechar la oportunidad que me brindas en tu articulo para expresarte qué es
lo que significa para mí, así como para aquellos docentes con los que lo he comentado,
el lenguaje pedagógico.

Por supuesto, creo que actualmente la mayoría de educadores estamos de acuerdo en diferenciar el lenguaje administrativo del propiamente pedagógico. En efecto, para casi todos nosotros, el burocratés (término que encuentro muy acertado) es un lenguaje muy poco apto para transmitir conocimientos y vivenciar, y sirve efectivamente a una estructura social que va más bien en contra que a favor de nuestra vocación.

Pero el lenguaje pedagógico, tal como lo entendemos propiamente, va mucho más lejos,

y nos viene de una tradición muy larga, aunque tristemente casi nunca ha sido recogida por las instituciones. Ya Platón, en el Fedro, diálogo que algunos han leído como un manifiesto del filósofo acerca de la educación, exponía como tesis principal que no es posible la educación sin la transmisión amorosa entre maestro y discípulo (máxime en su invectiva contra la palabra escrita). Ejemplos más recientes y prácticos de este enfoque los encontramos en excelentes pedagogos como Rosa Sensat, Montessori, Ferrer i Guàrdia, y muchas más personas que han visto la necesidad de acercarse al alumno no desde la instrucción sino desde el corazón.

Es aquí donde creo relevante poner de relieve una distinción fundamental para todo pedagogo: la que existe entre la instrucción y la educación.

La instrucción está relacionada con la educación, pero no son lo mismo. La instrucción está relacionada con el pensamiento y la educación está relacionada con los sentimientos. La instrucción se relaciona con los conocimientos y habilidades. La educación se relaciona con los valores y actitudes.

Para lograr ambas cosas el docente debe conocer bien a sus estudiantes, debe dominar bien lo que el alumno sabe, lo que sabe hacer, cómo es, cómo piensa, cómo siente y sobre todo, lo que puede hacer, ya sea por sí mismo o con ayuda...

Este es por supuesto un poco el “lenguaje pedagógico” usado por la administración, pero como bien dices, el cambio debe ocurrir en los propios docentes. Si ellos no se transforman, ciertamente no es desde el lenguaje que ocurrirá algún cambio.

En cierto modo, por “el lenguaje pedagógico” como tal, se puede entender una jerga que los profesionales de la educación utilizan para referirse a conceptos específicamente de pedagogía, como estrategias, didáctica, evaluación, exámenes, secuencias, tareas... y que es el utilizado para dar forma a lo que las administraciones educativas han determinado para al curriculum escolar.

Pongo algunos ejemplos mas de este lenguaje que podemos encontrar en las administraciones educativas: se define al docente como el que debe educar, mas que instruir, no son solo impartidores de asignaturas, sino ante todo, formadores de personas.; la educación integral es la mas importante...

Pero volviendo al tema que me ocupa, quiero subrayar que en mi opinión el lenguaje de las emociones, los sentimientos, la conciencia,... no forma parte exclusivamente del mundo de la psicoterapia, ni exclusivamente del de la educación, sino que está imbricado con la experiencia humana, que está en evolución continua, y lo está cada vez de forma más visible.

Cada día se me va haciendo más patente la distancia que existe entre el mundo de la terapia y del educativo, y de cómo esta juega en contra de sus afinidades naturales y del objetivo que, en mi opinión, muchos de nosotros queremos alcanzar. Es la misma distancia que puede llevar a un educador bien formado a considerar que todos los psicoterapeutas son como un psicólogo clínico que dedica quince minutos a una persona maltratada en un servicio de urgencias, y que a parte de la carrera universitaria nunca ha vivido un proceso de transformación auténtico.

Es necesario acercar ambos mundos, porque la vivencia subyacente es la misma.

Conceptos como “Amor” y “Espiritualidad” están tan unidos al mundo educativo como lo están al terapéutico, porque forman parte de la misma vivencia, sólo que tanto terapeutas como pedagogos, según su propia trayectoria, tendrán más o menos éxito en transmitirlos a los demás. Vale decir que el terapeuta sí puede ayudar al educador a vivenciar todo aquello que transmite en su práctica educativa.

Es en este sentido que creo que un pedagogo está ya dotado del lenguaje necesario para poder transmitir su conciencia a sus alumnos. Es sólo que a menudo le falta una vivencia real de un lugar distinto desde el cual transmitirla, y que es aquí precisamente, en hacer hincapié en la vivencia, donde la transformación de la educación es posible.

Difícil tarea es dar formación para reconocernos como seres humanos, personas, ser persona y el amor forma parte de este lenguaje cuando se habla de las capacidades de amar concretadas en saber escuchar, comprender, compartir, admirar, respetar, expresar, sentir... ¿A quien? A los alumnos, a los padres, a los compañeros...

Por ello puede ser posible acercarse al educador, dando significado a su práctica educativa con el propio lenguaje del destinatario, y darle la posibilidad de que conozca una nueva dimensión de ella, como por ejemplo el mundo interior y la transformación.

Pero para no alejarme de lo que significa vocabulario pedagógico, retorno a la actual práctica educativa en la que enseñar significa comprometerse a mejorar la vida de los demás. Es ante todo una cuestión de amor. Es llegar al corazón, comprender e interesarse en el alumno como persona. Es hacer que aquello que es difícil parezca fácil. Y si el docente no es persona, porque nunca se ha sentido conducido ni se le ha enseñado a acceder a su mundo interior amándose a si mismo, difícilmente lo hará en su mundo laboral. Es por ello que tal vez tomando esas situaciones que cada día afronta con el alumno, como base de partida a sentirse, mirarse, pensarse..., el educador puede tener la oportunidad de redescubrir su vida y así mejorar su contacto con los demás.

Muchos docentes se acercan a la formación como lugar donde recibir conocimientos científicos, didácticos, curriculares... y me parece bueno que se encuentren con una formación llevada a cabo en un lenguaje comprensible y contextualizado con su práctica pedagógica, que les ayude a abrirse a un mundo interior y a un proceso de transformación personal, a veces inconcebible para ellos, pero cada vez más claramente necesario.

Y no cabe duda que este proceso de transformación se inicia en cursos de formación especializados en crecimiento personal, auto-conocimiento..., que como tales tienen sus propios conceptos y experiencias expresados en el lenguaje propio de la transformación.

Este lenguaje, ellos, lo podrán acercar después a su practica diaria.

Pero una cosa es contextualizar lo que queremos transmitir, adaptándolo a la realidad cotidiana propia del profesor (su día a día en el aula, en el claustro, a los vínculos afectivos que éste pueda crear con sus alumnos, con los compañeros de trabajo, con los padres...)

y otra muy distinta es entender que esto equivale a usar un lenguaje distinto, porque las ideas que terapeutas y educadores usamos surgen fundamentalmente de una misma realidad humana.
Para acercarse al mundo de la educación, es fundamental conocerlo y apreciarlo en su medida justa. Igualmente, para acercarse al mundo terapéutico, es necesario también apreciarlo y conocer su potencial. De esta forma, acercando el educador al terapeuta, y el terapeuta al educador, se da un punto de encuentro que redunda en beneficio de todos.

Anna Vera.

20 de abril de 2010

1 comentario:

anónimo nadadora dijo...

El lenguaje administrativo no es el mismo que el lenguaje burocratés.
El lenguaje administrativo lo usamos tu y yo, por ejemplo cuando ordenamos nuestras ideas para expresarnos en un escrito. Administramos... ordenamos las palabras.
El lenguaje administrativo se utiliza por ejemplo (junto al del marketing -entre otros-) cuando se realiza un prospecto de publicidad.
El lenguaje administrativo lo utiliza Francis (o cualquiera que administre un blog) para ordenar una serie de entradas.
El lenguaje administrativo lo utiliza un psicoterapeuta (junto a un lenguaje de derechos de la jurisprudencia -entre otros-) cuando realiza un encuadre terapeutico.
El lenguaje administrativo lo utiliza un pedagogo cuando...
Es decir, el lenguaje administrativo "administra" unos contenidos. Claro... esos contenidos pueden ser administrados teniendo en cuenta el corazón... pueden ser administrados con más o menos conciencia... pueden ser administrados dejando espacio a la creatividad... a lo fresco...
o no.
El lenguaje administrativo como cualquier otro lenguaje también se ve arrasado por el sistema. No sé si es ahí, dónde cabria entonces usar el termino "burocracia". Yo no se aún que termino usar para definir "el lenguaje del sistema"; que ese, desdeluego, de él, no se yo si sólo se salva Dios.