viernes, 20 de febrero de 2009

El aire trae aromas de naranjo

De cuando en cuando, un soplo (¿o un resoplido?) con aroma cítrico, punzante,
¡qué bien que viene!

"Respecto de la critica de la educación, la paradoja es
que por un lado nos hemos llenado con el lenguaje e impetu de la reforma
que tiende a aspectos de gestión que pueden ser muy necesarios,
y que incluye también en su discurso dimensiones del aprendizaje,
el enfoque cognitivo, la dimensión afectiva etc.


Pero curiosamente, como dice Claudio Naranjo en todo este lenguaje
raramente aparecen palabras como Amor, Amar y Corazón
y además contrasta tanta retórica de amplitud de criterios
con tanta práctica de ritualidad y estrechez de criterio.


Seguimos con una educación, señala Claudio,
donde el carácter reproductivo es el que predomina,
en lugar del carácter libertario.







A pesar de contar con un discurso público exactamente inverso sobre la educación,
la educación sigue sobre orientada a metas de productividad.
( Recordemos el hombre unidimensional de Marcuse).
La idea de educar para una sociedad de conocimiento, al final,
termina reduciéndose a educar para conseguir buenos empleos.

La educación como espacio de bloqueo de potencialidad humana
más que de desarrollo, precisamente por esta unidimensionalidad.

Pensemos por ejemplo que cuando los niños entran en el colegio
están en su mayor capacidad motricidad, ¿no es cierto?,
y lo primero que hacen los profesores es hacerles que se queden quietos
durante cuarenta y cinco minutos seguidos,
a ver si pueden....


La educación en su fracaso, al menos :triple para prepararnos para el futuro, como seres humanos unidimensionales y finalmente, como capital humano,
porque aún en eso que la educación pretende ser exitosa,
fracasa, ¿no es cierto?,
no nos prepara para los desafÍos profesionales del futuro y como ciudadanos
porque tiende mas bien a inculcarnos una relación vertical, profesor - alumno,
cuando la ciudadanía debería ejercerse precisamente en ese aprendizaje de reciprocidad.



La educación, señala Claudio Naranjo, como fábrica de infelicidad
para alumnos y profesores, para los dos,
y la crisis de la pertinencia a la educación que encuentra su mejor expresión
en la irratibilidad y la impaciencia de los propios educandos
que rápidamente se dan cuenta
de que lo que aprenden
no tiene mucha relevancia"...



(Martin Openhein, comentando el "Transformar la educación..." de C. Naranjo.

2 comentarios:

Neus dijo...

Con tristeza tengo que estar de acuerdo con este análisis, pero también con la esperanza puesta en que muchos educadores ya estan por el cambio y trabajando, si no en una radicalización de la educacción, sí en un cambio de conceptos i de maneras!!!
Yo no me atrevo a salir del sistema pero siguiendo las leyes (se pueden leer e interpretar)hay caminos y posibilidades de trabajo esperanzador para el cambio, aunque haya que empezar de menos a más!!!!
Saludos,
Neus.

Anónimo dijo...

Neus, qué gusto escucharte.
Yo conozco abundante cantidad de educadores comprometidos a fondo con cambiar. En mi caso, conozco muchos más responsablemente implicados en mejorar la educación que profesores-rémora, pasivos o siplemente apáticos.
Me gustaría abrir un debate contigo y ampliarlo a quien quiera: algo así como "si hay tanta gente decente que está haciendo cuanto puede por la educación, ¿es oportuno el denunciar -como en el texto de Claudio- desesperantes malos de fondo? ¿para qué puede servir tal denuncia? ¿o es contraproducente?

Algo que parta de ahí, y se admiten enunciados nuevos. Podríamos, tal vez, irlo reflejando en sucesivos capítulos de este mismo Blog, y ahora que cataluña y Zona vasca están constituyéndose en grupos activos, tal vez pudiésemos discutir y aprender...