Gestión de emociones en el aula.
No todo el mundo atribuye a las emociones un valor tal que merezcan ser destacadas o tenidas especialmente en cuenta. Pero cuando decimos “gestión” de las emociones es porque estamos reconociendo su presencia y su interés . Ahora bien,
* Se dan, pero ¿en quién?
Se dan, indudablemente, entre los alumnos. Y se dan, igualmente, entre los profesores.
*Se dan, pero ¿Cuáles?
No hay dos autores que coincidan en cuales sean las emociones universales. Pero podemos agruparlas en dos familias. La una, la de las emociones de satisfacción (llamadas a veces emociones “positivas”) como la alegría, la confianza, la seguridad, la atracción, el sosiego, el interés. La otra, la de las emociones de desagrado (llamadas a veces emociones “negativas”), como el miedo, la ira, la culpa, la envidia, la vergüenza, el resentimiento, el desasosiego.
No hay dos autores que coincidan en cuales sean las emociones universales. Pero podemos agruparlas en dos familias. La una, la de las emociones de satisfacción (llamadas a veces emociones “positivas”) como la alegría, la confianza, la seguridad, la atracción, el sosiego, el interés. La otra, la de las emociones de desagrado (llamadas a veces emociones “negativas”), como el miedo, la ira, la culpa, la envidia, la vergüenza, el resentimiento, el desasosiego.
*¿Cómo hemos de hacer para gestionar las emociones de los alumnos?
Tal y como hacemos para gestionar las nuestras.
Tal y como hacemos para gestionar las nuestras.
*Pero, ¿hacemos nosotros una buena gestión de nuestras emociones?
Eso solo se responde mirando los resultados que obtenemos. Si al cabo de la tarea sentimos el cansancio proporcional a nuestro desempeño y tenemos la mente limpia y presta para lo siguiente, hemos hecho una gestión eficaz. Si no sentimos ese cansancio, o sentimos más fatiga de la cuenta, y tenemos en la mente deudas pendientes con el pasado o con el futuro, es que podemos mejorar nuestra gestión.
Eso solo se responde mirando los resultados que obtenemos. Si al cabo de la tarea sentimos el cansancio proporcional a nuestro desempeño y tenemos la mente limpia y presta para lo siguiente, hemos hecho una gestión eficaz. Si no sentimos ese cansancio, o sentimos más fatiga de la cuenta, y tenemos en la mente deudas pendientes con el pasado o con el futuro, es que podemos mejorar nuestra gestión.
*¿Cómo influye una gestión deficiente de nuestras emociones en nuestra vida y en nuestro desempeño laboral?
De la misma manera que una deficiente gestión de nuestra capacidad de razonar nos lleva a errores que nos llevan a disgustos que nos llevan a conflictos interpersonales que nos llevan a desgaste, stress y depresión. De la misma manera que una deficiente gestión de nuestros recursos físicos nos lleva a sobreexcitación o fatiga, que nos llevan a imprecisiones, precipitaciones y esfuerzos inadecuados, que nos llevan a malhumores y culpas, que nos llevan a conflictos interpersonales… De la misma manera, el funcionamiento emocional es una dimensión intrínseca a las distintas situaciones, y su gestión deficiente compromete las dimensiones intrapersonales y las interpersonales.
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