Me han prestado un libro, titulado ¡No saber es formidable!, así, con signos de admiración.
Su autora, Nathalie de Salzmann de Etievan, dice de sí misma en la Carta a los Lectores
que abre el volumen "Por otra parte, quiero subrayar aquí que mi carácter es entero, y con una marcada tendencia hacia lo categórico. Algo de eso se notará en mis palabras. Quisiera que ustedes, al leer este libro, pongan las cosas en su sitio.
Esas exageraciones o maneras absolutas de decir las cosas no revelan ninguna violencia o negatividad de parte mía, sino por el contrario, un sincero deseo por el bien de todos y una profunda convicción de que eso es posible".
Voy a entresacar fragmentos del capítulo dedicado a "cualidades que debe tener un educador"
¿Sobre qué nos basamos cuando le exigimos al niño ir contra su pasividad o su negatividad? ¿Tenemos acaso una vivencia reciente de lo que eso representa?
¿Cuales han sido las razones para tratar de vencer la pasividad y la negatividad en nosotros mismos? ¿Cuantas veces y cómo hemos tratado de hacerlo?
..yo no puedo ser totalmente diferente de lo que soy. Pero sí puedo tratar... y en ese tratar está mi oportunidad de aprender y comprender, mi oportunidad de abrirme a los niños y comprender sus dificultades en la misma forma que he comprendido las mías.
Cuando estamos cómodos -la mayoría del tiempo- tratamos siempre de copiar algo que una vez dió resultado, y lo hacemos de una forma mecánica. De ese modo uno propicia la desdicha de los niños y la suya propia y así el maestro no aprende nada...
Yo estoy en la escuela para llamar a los niños a la conciencia, y para poder hacerlo yo mismo tengo que dirigirme a menudo a mi propia conciencia.
Partimos siempre de la exigencia a los demás y no de nuestra exigencia hacia nosotros mismos. Muchas veces les pedimos a los niños cosas que nosotros no seríamos capaces de hacer.
Si verdaderamente quisiéramos tratar de ocupar el sitio del maestro, aprenderíamos a ser maestros. ¡Ese tratar es nuestra posibilidad!
Los maestros debemos ser muy honestos; es imprescindible aprender a ser honestos. Generalmente llamamos "honestidad" a decirles a los demás lo que pensamos de ellos,
verter toda la basurita o venenito que tenemos adentro encima del otro. pero ser honestos
es acercarnos a nuestra propia realidad, a la verdad. Mirar nuestra incapacidad, nuestra debilidad. Cuando no podamos con algo, digámoslo; y los demás nos ayudarán.
Otro día seré yo quien ayude".
¡No saber es formidable!
Nathalie de Salzmann de Etievan.
Edit. Ganesha. 1996. Venezuela.
Nathalie de Salzmann de Etievan.
Edit. Ganesha. 1996. Venezuela.
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